Esto es lo que sucederá en un par de días. Se
acabarán los cigarrillos sabor cherry de mi cajetilla de 10 unidades. En mi
trabajo me informarán sobre una nueva reducción salarial; no protestaré
por ello, ya que mi desempeño viene siendo cada vez más nefasto. Los días
siguientes me pedirán que deje de usar audífonos porque no prestaré atención a
sus charlas motivacionales. Al regresar a casa me dormiré en el micro y
por primera vez en lo que va del año, despertaré en un barrio muy alejado y sin
tener idea de a dónde iba o en qué mes estamos. El gato con el que vivo me
hablará durante media hora sobre la necesidad de estabilizarme económica
y socialmente. La charla acabará a los golpes y zarpazos; en parte comprenderé
su actitud, pues nunca me perdonó el hecho de que lo haya castrado cuando era
muy joven. Le diré que puede meterse la estabilización por donde más le plazca.
Se irá de la casa arañando los muebles y las paredes, además de llevarse la
hierba. En una de esas tardes conoceré a una mujer casada mientras amarro
mis zapatos. Vendrá en las noches a buscarme, mientras su hijo duerme y su
esposo lee comics del Capitán América; seremos ingenuamente felices por 4 días,
luego enloquecerá de rabia cuando le cuente la historia de la chica de las
gafas, sobre todo porque encontrará los lentes en mi mesa. No le prestaré
importancia y empezaré a silbar el himno nacional; en vista de ello arrojará botellas desde el segundo piso a los transeuntes e intentará suicidarse tomándose algunas capsulas e Paracetamol. El Paracetamol no mata ni a una hormiga, pero tendré que llevarla a un hospital; el gato se
negará a ayudarme, pondrá Bon Jovi en la radio, subirá todo el volumen y cerrará la puerta de su cuarto.
En el hospital tendré que decir que se trata de mi prima histérica para que el esposo que lee al Capitán América no sospeche. Nunca sospechará nada. Tendré que tener las luces apagadas por una semana consecutiva, pues ella vendrá a golpear mi puerta. El gato no podrá contener la risa y vomitará de pura felicidad. Dos días después me
encontraré con la chica de las gafas, hablaremos sobre historias viejas y el
calor infernal del verano. A los cinco minutos desearemos no habernos
encontrado y nos despediremos con un apresurado "te llamo para hacer
algo". En la noche decidiré ir al stadium a ver Boca-River o su equivalente en este país; pediré prestado
dinero al gato que se comprará un PlayStation 3 y el equipo completo para ser un guitar-cat hero gracias a su oficio de dealer y al de chulo que tantas alegrías le ha traído. Al subir a las graderías toda la adrenalina se desatará.
miércoles, octubre 17
miércoles, octubre 10
Tame Impala - Lonerism
Tras el auspicioso debut con Innerspeaker, los Tame Impala fueron objeto de elogiosos comentarios, además de participar en la versión norteamericana del Lollapaloza y realizar una gira que los trajo por Sudamérica -Argentina, Chile y Brasil concretamente-; es decir, conseguir la aclamación mundial gracias a ese sonido psicodélico y de riffs que traen reminiscencias de los 70’s o de alguna época mejor. Nada mal para un disco debut.
Los inconvenientes surgen con lo que vendrá después, el disco sucesor muchas veces no está a la altura de las altas expectativas que dejó el primero. Quizás esta sea una de las razones para que Lonerism inicie con una voz cansada repitiéndose a sí misma: “tengo que estar por encima, tengo que estar por encima”, la batería pasada a través de ecos, también se une a esa especie de mantra contra la fama instantánea (¿?), mientras el vocalista Kevin Parker parece poner orden a la situación con ese tono relajado ya característico, como quien surfea en el mar disfrutando de una tarde con olas cada vez más crecientes.
En “Endors Toi” las guitarras se vuelven demenciales, con ese sonido pastoso que explota a media canción convirtiéndose en un solo deforme, como una pesadilla en Pepperland, ese mundo que The Beatles supo construir alguna vez. En muchas de las canciones de este disco, los teclados reverberantes tienen un papel predominante a la hora de crear texturas atmosféricas, como es el caso de “Apocalypse Dreams”: donde la batería y piano se ponen frenéticos “Todo está cambiando y no hay nada que pueda hacer. Mi amor está dando vuelta las páginas mientras estoy sentado aquí”.
Es en estas tres canciones poderosas donde descansa la razón de que Lonerism sea la mejor forma de continuar el camino trazado por el primer álbum, esto también debido a que este segundo trabajo haya empezado a ser considerado a las pocas semanas de haber terminado el primer disco con el objetivo de no perder el sonido y la química lograda.
Otro de los puntos altos del disco es “Feel like we only go backwards” o el equivalente a prender una fogata en la playa desierta; el sentimiento de aislamiento ronda las letras de este disco, incluso en la tapa del mismo: el observador que está detrás de una reja que lo separa de la sociedad. “Soledad no deliberada” aclararía Parker al ser consultado por este aspecto. “Elephant”, la canción más rocker del disco, con sus guitarras ásperas y el bajo bien al frente con su ritmo marchante, sirve de contraste a la armonía reinante en Lonerism, el disco de la banda que se ha empezado a devorar el mundo desde hace ya un buen rato.
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