jueves, junio 27

Kerouac entrevistado



Se ponía tan nervioso cuando iba a los estudios de televisión, que tenía que tomar un par de tragos para aparentar sociabilidad y gracia al responder las preguntas del entrevistador. Sobrio no podía articular algo ingenioso, tal vez un monosílabo impertinente o un chiste interno que nadie de la audiencia entendería.

Entonces beber se convirtió en una forma de lograr comunicarse con el otro; entenderlo, aceptarlo y sobre todo tolerarlo. Claro que a veces una copa se convertía en cinco o tal vez en más y todo intento por quedar bien frente a la gente se iba por la borda; otro era el espectáculo. 

Al cabo de un tiempo dejo de dar entrevistas y de hablar con todos aquellos que querían conocerlo ¿para qué? ¿con qué sentido entablar un diálogo? Las mismas frases, los mismos gestos. No, no, ya basta de eso, basta de agradar; lo mejor es encerrarse y escribir (si se puede) y beber. Beber mucho porque todo se ha salido de control y lo único que se puede hacer es prender la radio con esos dedos temblorosos que hacen girar la perilla del on/off. Que el piano haga lo que debe hacer, fluir delicadamente mientras la batería sirve para que un pie se balancee lentamente: un dos, un dos; un saxo flotando por encima de todo como símbolo de ese caos que no se puede controlar y por lo tanto se debe contemplar y a veces admirar.

Cerrar los ojos y dejar que todo suceda.

Adiós Jack.