viernes, marzo 12

Tinnitus VI: Above - Mad Season


Son lo que sobrevivió de la tripulación de un gran transatlántico. Es de noche y navegan en una balsa,  el mar agreste aún los reclama pero ya se divisa una isla en la lejanía. Nadie habla, los rostros lucen cansados. Ha sido una larga travesía, muy agitada; pero la tranquilidad parece estar al alcance de las miradas.

Despierta, lo peor ha pasado. O al menos eso es lo que creían Layne Stanley (vocalista de Alice in Chains), Mike McCready (guitarrista de Pearl Jam), Barrett Martin (baterista de Screaming Trees) y John Baker (bajista con tintes blueseros). Todos excepto Martin recién salidos de rehabilitación, con ganas de aferrarse a algo, en este caso la música como tabla de salvación
Esa tabla vendría a ser el único disco de estudio de Mad Season, que  fue grabado en rápidas y activas sesiones allá por 1994, justo cuando el grunge empezaba a tener cierto tufillo a rancio, las camisas de franela eran modeladas en las pasarelas y  emergían cientos de grupos que no tenían idea de qué iba la cosa, solo intentaban subirse al barco desesperadamente para sacar algo de rédito.

Luego ocurrió esa muerte de la que ya se ha hablado mucho. Las luces se apagaron de golpe

Volvamos a lo que nos concierne, en cincuenta y cinco minutos Mad Season logran pasar del riff atronador como descarga eléctrica en "Lifeless dead", a pincelazos de lo que vendría a ser  nü metal con "I Don´t Know Anything" o al blues de madrugada en "Artificial Red"; y es que el disco es una paleta de sonidos y trucos moldeados a fuego lento, cortesía de quien es -al parecer de muchos- la mejor guitarra de los noventas, Mike McCready.

"Wake up young man7 it's time to wake up" dice Stanley tras un breve inicio tímido del bajo. Esta canción parece ser el centro sobre el que gire todo el disco; despertar de la fiebre y el delirio, rearmar las piezas que quedan y dejar en el olvido a otras.  "Your love affair has got to go"

El río del engaño fluye.  

Mark Lanegan hace su aparición silenciosa en "I'm Above", pero es en  "Lone Gone Day" donde brilla a cabalidad  ¿acaso eso es grunge? suena a jazz con armónicos, marimbas y tambores tribales, suena a... ya no importa, se han roto las etiquetas, lo que este disco trata de mostrar es la sobrevivencia y la música como conjuro para lograrlo. Vitalidad o la pérdida lánguida de ella. Para mayor melancolía, en la tapa del disco aparece el dibujo de una foto de Layne y Demri Parrot quienes tendrían un destino trágico años después. 

En "X-ray Mind" hay una percusión africana cortesía de Martin que sirve de preámbulo al solo de guitarra de McCready  el cual prácticamente se le escapa de los dedos  —como una represa de lava desbordada que va arrasando todo a su paso— en cada acorde y pisada del pedal de distorsión. "Sell the dead ones quicker" canta Layne al final. Tétrico.

La única dirección en la que fluimos es hacia abajo.

All alone es la despedida, la triste certeza de que la música no puede salvar del todo. Al final los náufragos se abrazan en círculo en la playa, se dicen  adiós y se desean suerte antes de separarse  para  emprender otros caminos: algunos elegirán el de una nueva oportunidad en la vida; otros el del encierro, o el del fantasma —que sale algunas noches a deambular por las calles con una chamarra cubriéndole hasta las uñas, no vaya a ser que alguien vea las marcas de los pinchazos— pero sobre todo elegirán  ese camino que lleva a la fascinación por contemplar barcos que se hunden a la lejanía de la noche. Estamos solos.

Escucha el disco.


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