Antes que cese la euforia después de las primeras cincuenta oídas es mejor escribir un
par de líneas acerca de éste disco, que vio la luz hace ya un buen par de años —dos mil ocho
para ser precisos— y que bien debió servir para que Stephen Malkmus sea
portada de la Rollingstone por seis meses seguidos o que por lo menos para que se
declare feriado mundial el 13 de enero, fecha de lanzamiento del álbum. Nada de
eso sucedió, la realidad siempre es otra; si
bien recibió críticas positivas no fue etiquetado de imprescindible, ni tampoco
hubieron festejos a nivel mundial. Para contextualizar un poco no estará de más recordar que ese fue el año de Tv On The Radio o Fleet Foxes, por mencionar algunos nombres; es decir chau zapadas, no insista.
Precisamente en ese período electro-indie-folk-alternativo-proto-neo-post
hipster es que Malkmus publica este álbum que de entraba mostraba sus
intenciones: "Dragonfly Pie" abre con un riff poderoso y extendido que aumenta de
voltaje pausadamente, ganando cada vez más furia a medida que transcurre la
canción hasta detenerse casi abruptamente mientras un xilófono —o un teclado
haciendo las funciones de éste— marcan el alto y acompañan la frase: "Shake me
off the knife because I want to go home" para luego volver a la tónica anterior,
sólo que mucho más pesada dando rienda
suelta a todos los trucos de guitarrista que el ex Pavement logra desplegar a cabalidad.
Párrafo aparte, para la
baterista Janet Weiss —miembro de las descomunales Sleater Kinney— que se roba las luces en varias de las canciones siendo "Hopscotch Willie" un buen ejemplo de ello, convirtiéndose en el soporte ideal para los indefinidos solos
de Malkmus. Si el sonido de la guitarra es como un cometa remontando cielos
nebulosos, Janet es la niña que maniobra desde la tierra, manejando los hilos, la
distancia y la altura; es ella quien corre en medio de la lluvia y rayos
que caen cada vez más próximos.
Con un inicio demoledor hay tiempo para tomarse
una pausa con "Cold Son", de melodía más cercana al pop que sirve para recuperar
aire, del mismo modo con "Real Emotional Trash", donde Malkmus habla de
una fuga por carretera que llega hasta fronteras mexicanas y es en ese momento
en que las distorsiones del teclado sirven de preludio para que la banda vuelva a
meterse de cabeza en otra vorágine sónica. No hay marcha atrás, sólo se puede
pisar el acelerador a fondo hasta perderse en el desierto de Sonora.
Para ir cerrando está "Gardenia" donde
otra vez Janet juega papel primordial con el ritmo y haciendo coros en otra melodía pop que ha servido de contraste a la explosiva "Baltimore" dejando ya en claro que esta es la tónica que el disco ha adoptado para sí mismo:
melodías dulces para armonizar explosivos pasajes psicodélicos, dando como
resultado acaso el mejor disco en la carrera solista de Malkmus quizás superado por Mirror Traffic (2011)
álbum donde también contó con la presencia en los parches de la batería de las
hoy reagrupadas Sleater Kinney.
Es quizás porque si bien Mirror Traffic presenta un sonido más amable y
accesible que los wah wahs difusos presentes en Real Emotional Trash, es este álbum el
que lo hará merecedor de ser portada de revistas y de feriados mundiales. Sí,
lo hará merecedor de eso y más; pero en un futuro lejano, muy lejano. O quizás no.
Pd1.- Encontré este concierto donde casi interpretan todo el álbum, disfruta
Pd2.-Para vos pirata, lo que buscas está aquí o aquí
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